sábado, 17 de julio de 2010

VACACIONES SIN MIS HIJOS



Una cuarta parte de la persona que podría ser. Una cuarta parte de feliz de lo que podría estar. Ando viva porque me queda en reserva algo de esperanza... una porción invadida por el vacío que si no es habitada en breve se volverá secano...

Ninguna casa es mi casa. No existe posibilidad de hogar sin su presencia. Expatriada de mi propio corazón. Olores y sonidos que no me recuerdan a nada. Despertarme treinta veces por noche esperando escuchar sus vocecillas llamándome. La oscuridad sólo me devuelve silencio. Tristeza desoladora: el principio de una enfermedad peligrosamente destructiva. Muchas de las cosas que me sacaban de quicio ahora se me antojan encantadoras y las reviso en una sesión de diapositivas mentales... Encontrarme una de sus arañas de plástico en la cama en mitad de sueño. Pataletas que sólo se consolaban con un abrazo inmenso orquestado por seis manitas. Gabriel feliz con los cascos y mi iPod colgando a merced de su pis y del agua del retrete al tiempo que me explicaba las complicaciones del sistema solar. Alejandro trasladando a más de veinte peluches de un lado a otro de la casa... patDonald y familiares cercanos a los que quiere de forma personalizada y en una compleja estructura jerárquica. El escenario de la imaginación y nosotros inmersos en ella... ese lugar en el que los alcaldes viven en el interior de las flores, donde nos trasladamos en resplandecientes cohetes y los monstruos son los amigos más entrañables... Ninguna casa es mi casa. No hay posibilidad de hogar sin su presencia. Pérdida de identidad, de mi triple y compleja identidad. Sin puntos cardinales. Sin más lugar al que ir que al continente de sus risas que ya lleva demasiado tiempo en silencio.

Para Gabriel y Alejandro