viernes, 27 de noviembre de 2009

UNA DE DIBUJILLOS...






miércoles, 18 de noviembre de 2009

Carta a los Reyes Magos

Teniendo hijos, la Navidad no puede pillarte por sorpresa, y como madre previsora que soy, hace unos días ya que empecé a ojear los catálogos de juguetes… en el interior de esas revistillas he encontrado “juguetes” de lo más sorprendente; el tiempo me escasea y no me puedo permitir un riguroso análisis de tantas y tan amplias disciplinas “juguetiles”, sólo voy a centrarme en los denominados “juegos de mesa” inspirados en animales. Y, de paso, aprovecho para pedirle a los Reyes Magos de Oriente mis juguetitos del año (y comprenderé que eso conlleve que cancelen mi suscripción a la Sociedad Protectora de animales, porque no es para menos…)





Empezamos con los más directos, tres claros ejemplos de juguetes que estimulan alegremente la agresividad y la violencia contra animales y bichejos. Cuántos más mates, cuánto más zurres, mejor que mejor… No hay que olvidar que es una actividad sanísima en la que pueden participar hasta cuatro inocentes niños. Un chollo.


A todos los seres vivos nos emociona que nos arranquen las muelas sin anestesia....

Aquí tenemos aquellos que directamente ofenden a la identidad y dignidad del animal. El primero consiste en subir a una pobre tortuga sobre el número máximo de patucos de colores… es un juego de equilibrio, sin duda que estimula el cerebro de los más pequeñines, pero les pido que observen durante un segundo la carita de tristeza-terror de la tortuguita a punto de darse el leñazo.

El segundo es un topicazo que todos los burros odian, son bastante inteligentes y encima están en peligro de extinción.


Y en fin, lo de los hipopótamos ya venía yo advirtiéndolo desde la adolescencia (es bien viejuno ese jueguecito) que aquello no era tan divertido… Los hipopótamos están gordos, y el juego consiste en obligarles a zampar bolas hasta que estallen (que no lo hacen porque el plástico es bien grueso). Sospecho que cerca del cincuenta por ciento de las bulímicas jugaron en algún momento de su vida a ese juego, y que en parte el trastorno procede de ese instante infantil traumático.